El aislamiento térmico es una de las claves para conseguir un mayor confort y eficiencia energética en nuestros hogares. Y las puertas no son ajenas a esto, especialmente las puertas acorazadas que están fabricadas casi enteramente en metal.

Los metales son materiales muy conductores del calor, lo que significa que puede dejar escapar o entrar el calor con facilidad, provocando pérdidas energéticas y variaciones de temperatura en el interior de la casa.

Por eso, en este artículo vamos a explicar cómo aislar térmicamente una puerta acorazada, qué materiales y técnicas se pueden utilizar y qué beneficios se pueden obtener. Pero antes vamos a aprender un poco sobre el aislamiento térmico.

¿Qué es el aislamiento térmico?

El aislamiento térmico se puede definir como la capacidad que tiene un material para oponerse al paso del calor por conducción. Para medir esta capacidad se utilizan diferentes parámetros, como la conductividad, la transmitancia y la resistencia térmica.

En general, cuanto menor sea la conductividad y la transmitancia, y mayor sea la resistencia, mejor será el aislamiento térmico de un material. Pero otra forma de aumentar el aislamiento, es aumentando el grosor del material aislante.

Mejorar el aislamiento térmico de las puertas acorazadas

Formas de mejorar el aislamiento térmico de una puerta

Para aislar térmicamente una puerta acorazada se pueden utilizar diferentes materiales y técnicas, según el tipo de puerta, el grado de aislamiento deseado y el presupuesto disponible.

Cambiar la puerta por una más aislante

Esta es la opción más radical y costosa, pero también la más efectiva. Consiste en sustituir la puerta acorazada por otra que tenga un mayor espesor, una menor conductividad térmica y una mayor resistencia al fuego.

Existen en el mercado puertas acorazadas con núcleo de madera o poliuretano, recubiertas de chapa metálica o PVC, que ofrecen un buen aislamiento térmico sin renunciar a la seguridad.

Instalar una segunda hoja interior

Esta opción consiste en colocar otra puerta más ligera y delgada detrás de la existente, dejando un espacio entre ambas. Este espacio actúa como cámara de aire que amortigua el paso del calor y mejora el aislamiento térmico.

La segunda hoja puede ser de madera, PVC o aluminio con rotura de puente térmico (RPT), que consiste en intercalar un material poco conductor entre la cara externa e interna del perfil metálico.

Colocar paneles o láminas aislantes en la puerta

Esta opción consiste en adherir o atornillar materiales aislantes sobre la superficie de la puerta, tanto por dentro como por fuera. Estos materiales pueden ser poliuretano, fibra de vidrio, lana de roca o corcho, entre otros.

Es importante elegir materiales con una baja conductividad térmica, una alta resistencia al fuego y una buena adherencia al metal.

Instalar burletes o juntas de goma en los bordes de la puerta

Esta opción consiste en sellar los huecos por donde puede entrar o salir el aire y el calor entre la puerta y el marco o el suelo. Los burletes o juntas son elementos flexibles que se colocan en los bordes de la puerta y que se adaptan al cerrarla, evitando las filtraciones de aire.

Hay diferentes tipos de burletes o juntas según el material, el grosor y la forma, y se pueden instalar con adhesivo, tornillos o grapas.

Antes de elegir una opción u otra, es conveniente consultar con un profesional que pueda asesorar sobre la mejor solución para cada caso y realizar una correcta instalación. Así se podrás disfrutar de una puerta acorazada que ofrezca seguridad y aislamiento térmico al mismo tiempo.